Desde pequeño me acuerdo que mis padres me animaban a conocer gente nueva y culturas diferentes. Eso me hizo investigar y así es como acabé conociendo esta maravillosa organización llamada Adolesco. Tras pocos meses, los profesionales de Adolesco encontraron al correspondiente perfecto para mí. Un chico muy amable y cariñoso que vivía en el sur de Francia, Burdeos.
Las primeras cuatro semanas le tocaron venir a él a España. Por cómo reaccionó al despedirse creo que se lo pasó en grande. Al cabo de un mes, me tocó a mí abandonar mi país. Unos de mis mejores recuerdos del intercambio se encuentran en Francia porque hicimos numerosas actividades como viajar en catamarán, hacer surf y visitar la ciudad.
Tuve muy buena suerte al haberme emparejado con un chico tan cuidadoso y con la capacidad de adaptarse a cualquier situación.